Estos son los viajes de la nave estelar Fixer-price, en misión permanente de explorar nuevos y desconocidos mundos, nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, llegando donde nunca antes ha llegado nadie.
Aquests son els viatges de la nau estel•lar Fixer-price, en missió permanent de explorar mons nous i desconeguts, noves formes de vida i noves civilitzacions, arribant allà on no ha anat mai ningú.
Guan dei, a litel mariposita guas flain in tu de garden, cuando de repente, ¡pataplaf!, it crash güiz a flagüer. And a litel caracolillo que allí había le dijo: “Bat guat leñazo te has pegao, tía” “Coño -sed de mariposita- ai forguet tu open mai alitas”
...
Fecha estelar un dos un siete un tres dos doces y dos de patatas oído cocina.
Diario del capi.
Desde aquí puedo ver el cartel publicitario. “Venid a...”
No sé, algo no me cuadra en todo esto. Algo no huele bien, y me he duchado hace un rato. La nave reposta en el cuadrante gamma, mientras la doctora Cruje se despide de la tripulación. Ha decidido tomarse unas largas vacaciones en un planeta de descanso, Mam Arla. De allí nos llega la que va a ser, durante esta temporada de la serie, nuestra nueva doctora, una tal Putanski, o algo así.
. . .
- Compatadora, ¿se ha despedido ya la doctora Cruje de su hijo?
- No, capitán.
- Mejor. Transpórtela sin demora al planeta.
- Cabroncete.
- Compatadora, ¿que acaba de decir?
- Nada.
- Repítalo.
- Nada. Nada.
- Compatadora, ¿cual es el gerundio de andar?
- Andado.
- ¿Y entonces el participio, cual es?
- Andando.
- ¿Y por qué no al revés?
- ¿Sentando, sentado?
- No, al revés.
- ¿Sentado sentando?
- Déjelo, compatadora.
- Okis.
- Enriker, aquí el capitán. ¿Donde se encuentra?
- En la holocubierta veinticuatro, capitán.
- ¿Y qué hace?
- Estoy programando un local de ambiente, para hacer nuestras partys.
- No se mueva, número uno, que voy pallá. ¿Doctora Cruje?
- Sí, capitán.
- ¿Aun sigue en la nave?
- Sí, capitán.
- Pues ya puede irse a MamArla.
- Estoy esperando a que la compatadora me teletransporte. Por cierto capitán...
- Rascard fuera. A todos los oficiales. Les quiero en el puente en tres punto cuatro nanosegundos. Duchaos y afaitaos. Hay que dar buena impresión a la doctora Putansky.
Zhiiiiiiiiiiiiiiii, ... Zhiiiiiiiiiiiiiii
- Turboascensor, a la holocubierta veinticuatro.
(Aquí, plano de Rascard, esperando pacientemente a que el turboascensor llegue a su destino, que hay que decíroslo to, joer)
- Número uno, ¿qué ha preparado?
- ¿Le gusta el local?
- Es bonito, sí. ¿Tiene cuarto oscuro?
- Uno bien grande. Pero lo mejor es el nombre que se me ha ocurrido pal cuarto oscuro... Léalo, está sobre la puerta.
- ¿Yatusabes?
- Sí. Y el del local...
- ¿La verga en la cama la mari la mama? Un poco largo, ¿no?
- Quizá.
- Capitán. Todos los oficiales en el puente.
- Hay que joderse. Vamos, número uno.
...
- Oficiales... La lanzadera siete está desembarcando en la cubierta tres, y ¿adivinan quien viene esta noche? Putansky. No es una doctora cualquiera, no es una matasanas como la Cruje.
- Capitán, mi madre no es...
- Silencio. Alférez Cruje, no más interrupciones, o le contaré al resto de oficiales que juega en la sala de hologramas con Pokemons.
- Lo siento, señor.
- Jajaja
- Jojojo
- Criatura.
- Como les decía antes de esta inoportuna interrupción, la doctora Putansky es toda una celebridad en su campo de amapolas y médicamente hablando, consulte con su farmacéutico. Por lo tanto. Y así quiero que. Como tal.
- Capitán, en algún punto nos hemos.
- Me da.
- Pero no he.
- Comprén.
- ¿Y qué debé?
- Preséntense debidamente. Cada uno de ustedes.
- Recuperado hilo hemos.
- Eso es de otra saga distín.
De pronto se abrió la batipuerta del turboascensor y apareció un niño lleno de barro.
- ¿Qué hace aquí este niño? O, ¿Y este niño, que hace aquí? O, ¿Y aquí que hace el niño este? O, ¿Que hace un niño tan al este de aquí? O, este... ¡Un niño!
- Se me ha empaltado la pelota en el puente, capitán.
- Alférez, désela. Pero que no ocurra de nuevo, que te la pincho.
- Grñumgrmnmierdacalvogrmñumgr
- Niño, ¿que estás refunfuñando?
- Nada.
- Repítelo, si tienes balones.
- Nada. Nada.
- No esperes que te pregunte el gerundio de andar. Te lo digo directamente. ¡Andando! Y ahora que se ha ido el incordio manchado de barro, ¿alguna pregunta, oficiales?
- ¿Por qué la gallina se cambió a la autopista?
- ¿Alguna menos clásica?
- ¿Como se llama el libro de King donde salían “médicos calvos y bajitos”?
- Paso.
- Incorrecto. La respuesta correcta es “Insomnia”. Rascard, el capitán de navío. ¿La falta de cabello es signo de inteligencia? Porque en tu caso, mezclaste mal el farmatint, y se hizo corrosivo. Con cero respuestas eres el rival más débil. Adiós.
De pronto, que es menos contundente que de repente, pero significa lo mismo, que no mismamente, Polansky entró en el puente.
- Bienvenida a mi nave.
- Capitán...
- Oficiales, les presento a la nueva Oficial Médico de la nave, la Doctora Putansky.
- Ejem... Capitán. Putansky, no. Polansky.
- ¿Qué más da?
- Hay una ligera diferencia.
- De acuerdo. ¿Putansky, entonces?
- Polansky.
- Putansky, ¿no?
- Polansky. Polansky. Pooooooolaaaaaaaanskyyyyyy.
- Puta.
- ¡Pola!
- Está bien, usted gana, Putansky.
- Si lo que pretende es joderme, no se lo voy a poner fácil.
- Oh, una Putansky difícil. Eso lo hará más entretenido.
- Gñe.
- Oficiales, hagan lo que acordamos.
La consejera Toy dio un paso al frente para presentarse formalmente cuando las bombillas rojas dieron a la nave aspecto de puticlub, y la compatadora comenzó con su ya clásica alerta.
- ¡Alerta caoba pino sus muebles en casa el mismo día, Alerta caoba pino sus muebles en casa el mismo día!
- Compatadora, informe.
- Y tú desgraciao.
- A ver, compatadora, dije “informe” no “deforme”.
- Te entendí bien, sogilipollas. Alerta cornutiabita gutierrez que le veo, Alerta cornutiabita gutierrez que le veo. Miénteme, castígame, miénteme, suplicameeeeeeeee...
- Bueno, ya estamos otra vez...
Continuará...
En el próximo capítulo...
La charla con la gitana no consigue preparar el corazón de Candy para lo que se avecina. Poco después recibe la noticia de la muerte de Anthony. En sus casas, todas las niñas (y los niños a los que no les gusta el fútbol) quedan emocionalmente marcados por el resto de sus vidas.
En el episodio anterior...
Kate, la hija de Dorothy, quiso casarse con un podólogo, lo que provocó que en la ceremonia Dorothy tuviera que volver a encontrarse con su ex marido Stan. El encuentro amenazó con dar al traste con la boda, por lo que Rose, Blanche y Sophia intentaron serenar las emociones de Dorothy. Todo ello, que no tiene ninguna gracia, aderezado con unas risas en off.
...
Fecha estelar veintisiete treinta y cuatro sesenta y siete seis siete setenta y dos siete dos quince han cantado línea.
Diario de Bitácora.
Che, boludo, soy Bitácora, el asistente personal del capitán. Ahora mismo se encuentra en el puente, (que parece un closset) recibiendo a la doctora Polansky. Y yo estoy acá, ocupado jugando a los Sims. No hay manera de que estas dos chavas se enrollen, arff.
* Bitácora está doblado en Español internacional, aunque él es griego.
...
- Compatadora, ¿qué se supone que ocurre ahora?
- Nada. Me estaba presentando a la doctora.
- Compatadora, usted no es oficiala de esta nave. La orden iba dirigida a oficiales.
- Ah, no soy oficiala, ¿eh? No soy oficiala... Pues para que te enteres, calvomierda, valgo más que todos vosotros juntos.
Aquí intervino Polansky.
- Capitán, es la primera vez que presencio un espectáculo como éste. Tiene a su compatadora fuera de control...
- Esa soy yo.
- Por lo que veo, su compatadora tiene, además, menos conexiones que una cafetera. Realmente maleducada. Y apuesto a que no sabe ni la diferencia entre gerundio y participio.
- Capitán, la doctora me está insultando, haga algo.
- ¡Cállate! -gritó Polansky.- Una compatadora solo debe hablar cuando se le pregunte.
- Capitán, la doctora me da miedo.
- ¡Silencio!
- Capitán, pido permiso para llamar Putansky a la doctora.
- Permiso concedido, Compatadora.
- ¡Capitán! Es usted un impresentable.
- Doctora, esta es mi nave, y ésta, aunque nos la ensamblaron en Daewoo, es MI compatadora, y no consiento que me la insulte.
- Entendido capitán. Presiento que vamos a llevarnos bastante mal, usted y yo.
- Consejera, proceda.
- Doctora Pu... Poooo... Polansky. Yo soy Diana Toy, la consejera de la nave. Vengo del cine porno, lo cual ha contribuido a que mi popularidad crezca ostensiblemente en la nave. Soy uvehacheesezoide, lo cual significa que tengo poderes empáticos...
- ¿Poderes simpáticos?
- Empáticos, doctora. Empáticos.
- ¿Y eso qué significa?
- Bueno... no estoy muy segura, pero soy capaz de sentir las emociones del resto de la tripulación y de los seres con los que nos encontramos en nuestros viajes.
- Empatía...
- Sasto.
- Como una hermana menor de la telepatía.
- Sastamente.
- Entonces supongo que es usted un fraude, querida.
- ¿Cómo?
- Es bien sabido que no existe la telepatía, ni la telequinesia, ni la empatía ni la avena quinesia. Ni, por supuesto, los extraterrestres.
La consejera se echó a llorar. Nunca la habían nadautilizado así.
- Doctora, yo soy el Alférez Wesly Cruje. Soy el adolescente de la nave, y solo estoy aquí para que el capitán recuerde de vez en cuando que odia a los niños. Ocupo mi tiempo libre haciendo inventos ingeniosos y metiendo a la nave en apuros que luego yo mismo resuelvo.
- ¿Puede mostrarme alguno de sus inventos, joven?
- Por supuesto, doctora. Esto es una especie de blandibup.
- Parece moco.
- Es de un material irrompible pero muy maleable. Súper estirable.
- ¿Y cual es su utilidad?
- Pues... aun no se me ha ocurrido ninguna.
- Joven, considero extremadamente importante para un niño como usted dedicar sus esfuerzos a aprender, y dejar de hacer tonterías como esta.
Le quitó la bola de moco de las manos.
- Capitán, ¿donde está el cubo de la basura?
- Ahí, bajo el fregadero.
- Gracias.
Depositó junto con los excrementos de Guorff y las pieles de plátano el invento del alférez sin miramientos y luego le dijo:
- Y no quiero verle por aquí, Alférez. El puente no es lugar para los mocosos.
Wesly se fue llorando.
- ¿Quien es el siguiente?
- Doctora, yo soy el Teniente Guorff. Soy klingon, (extraterrestre) así que supongo que no existo, y me ocupo de la seguridad de la nave.
- Teniente, tengo un cerdo en mi granja de MamArla que tiene mejor aspecto que usted y ciertamente, huele mejor. Pero supongo que será eficiente en su trabajo, si no, no creo que lo soportaran aquí. Aunque no parece muy inteligente, que quiere que le diga. Apuesto a que no sabe pensar demasiado. A que nunca ha tenido una buena idea, no sé si me entiende.
- Gracias doctora. Debería de saber que soy inmune a las mujeres humanas, en especial a las de su clase.
- ¿Las de mi clase?
- Las que disfrutan minimizando a los demás. Si no le importa, yo también la llamaré Putansky.
- Teniente, sepa que se la tengo jurada desde este mismo momento.
- Espero que pueda dormir bien, doctora. Tengo tendencias asesinas cuando paso por ciertas fases.
- Doctora, yo soy el Teniente Geordi LaFord. Me ocupo de los motores de materia antimateria y poco más. Y soy un poco ciego.
- Y un poco negro, por lo que veo. Es usted un desecho de virtudes.
- Dechado, doctora. ¿Está siendo racista?
- Irónica, solamente.
- ¿Se puede meter su ironía por el culo?
- Teniente, ¿puede que nos conozcamos de antes?
- No creo, doctora.
- Yo creo que sí. Yo lo he operado.
- Aun no me han operado la vista, doctora.
- No fue de la vista, sino de fimosis. ¿Lo recuerda? Estoy segura de que era usted, teniente. Recuerdo los chistes que hacían las enfermeras...
- Doctora, por favor.
- Sobre lo minúsculo que tenía el pene.
- Mierda.
- Pero corramos un cortísimo velo, si lo prefiere.
- Doctora, encantado de conocerla. Estoy aprendiendo muchísimo del comportamiento humano gracias a usted.
- ¿Y usted es...?
- Comandante Rata. Soy un androide, con tendencia a androizar y estoy a régimen a ver si consigo humanizar un poco.
- Pues ahora que lo dice sí que está un poco droide, sí. ¿Entonces es usted una máquina?
- Negativo, doctora. Soy un muñeco articulado con expectativas humanas.
- Eso es ridículo. Supongo que realmente piensa que algún día alcanzará un comportamiento humano, pero le aseguro que es imposible.
- ¿En qué basa semejante premisa, doctora?
- En mi experiencia. ¿Una máquina pensante? Es tan ridículo como un consolador que fuera capaz de decidir cuando le apetece entrar en la cueva y cuando no.
- Eso ya existe -participó la consejera Toy. -Se les llama hombres y por alguna extraña razón siempre deciden entrar.
- No me interrumpa, farsante. Estaba discutiendo con el trozo de chapa éste.
- Doctora, no es necesario...
- Señor Rata, demuéstreme que es capaz de “sentir” y cambiaré mi opinión sobre usted. ¿Acaso le ha molestado algo de lo que le he dicho?
- Negativo, doctora. Soy incapaz de sentir... esto... cualquier tipo de enfado.
- O de frustración, o de anhelo, o de sorpresa o de amor. ¿Me equivoco?
- Siento decir que no se equivoca.
- No lo siente, Rata. He ahí la diferencia.
- Me empieza a caer mal, doctora.
- Eso es mentira, señor Rata.
- Pero tenía que intentarlo.
- Lo compadezco. A ver, ¿queda alguien?
- Doctora, yo soy el Alférez Chuminagüe. Soy un extra, lo cual significa que posiblemente moriré durante este capítulo.
- Merecido se lo tiene.
- Y yo, Doctora, soy William Enrikar, el Primer Oficial de la Fixer-Price, la mano derecha y el manubrio del capitán, (el aquí presente Jean-Luc Rascard) y me complace mogollón darle la bienvenida a la nave.
- Encantada. Es usted educado. Menos mal. Pensé que todos eran igual de pueblerinos, aquí. Pero afeitese un poco, parece uno de esos osos maricones que parecen estar por todas partes.
- Doctora, mi recién descubierta homosexualidad no es motivo de...
- ¿Cómo? ¿Es usted uno de esos depravados? ¡Enfermo!
- ¡Doctora! -gritó el capitán. - Para su información, yo soy el amante oficial de este oficial, Y como miembro de mi tripulación (y qué miembro) le exijo un respeto para con él.
- Capitán, ¿es usted otro mariquita? Nunca lo hubiera sospechado. Que asco. ¡Que asco!
- Doctora, usted no es quien para decidir lo que me llevo a la boca.
- Capitán, bic naranja escribe fino, bic cristal escribe normal, bic, bic, bic-bic-bic.
- Número uno, ya sé que subsistimos gracias a nuestros esponsors, pero esto es ridículo.
- ¡¡Capitán!! ¡Se acercan tres naves desconocidas! ¡Nos atacan!
- Señor Guorff, arriba los escudos. Oficiales, a sus puestos de combate. Compatadora, pase a Alerta amarilla a topos negros.
- Alerta amarilla a topos negros, Alerta amarilla a topos negros.
- Álferez Cruje, abra un canal. En pantalla.
La cara de un carboaniono apareció llenando la consola de mando.
- Soy el capitán Jean-Luc Rascard de la nave estelar de la Federación, U. S. S. Fixer_Price. ¿Quienes son y por qué nos atacan?
- ¿Llevan a la Doctora Putansky a bordo?
- Aquí está, sí.
- Pues solo eso ya es motivo para destrozarles su nave. Capitán de los carboanionos fuera.
- Capitán, ha cortado la comunicación.
- Ya, ya lo vi. ¿Y ahora qué?
- ¡Capitán, abren fuego!
- Guorff, apunte los torpedos de fostiones. ¡Fuego!
- Capitán, tienen unos escudos que absorben los impactos y los convierten en pelotas de goma. ¡Ahora nos disparan con plastidecores!
- Responda con una tanda de cariocas, y déme tiempo para pensar.
- Capitán, todo lo que les lanzamos se transmuta en pelotas de goma. Estamos quedándonos sin munición.
- LaFord. Vaya a la sala de máquinas. Lanzaremos una andanada desde el turborreactor de materia-antimateria. Señor Rata, necesitamos armas. ¿Puede hacer algo?
- Capitán, estoy bajando un par de escopetas de fusión fría del e-mule, pero esto va muy lento. Tarda un huevo.
- ¡Capitán, nos están haciendo retroceder! ¡Salimos de órbita!
- Con lo cerca que hemos estado de MamArla... Bueno, qué se le va a hacer. Doctora, el capitán de esa nave parecía conocerla. ¿Quien es y qué tiene en su contra?
- No pienso contestar a esa pregunta, capitán.
- Pues será mejor que lo haga o...
La Fixer-Price se conmocionó por un instante. Los oficiales y el extra hicieron como que mantenían el equilibrio.
- Alférez Chuminagüe, ¿qué ha sido eso?
- Las naves invasoras nos están haciendo retroceder hacia ese ano de gusano, capitán. Como seamos succionados, no quiera saber lo que nos espera.
- Compatadora, pase a Alerta bermellón qué miedo paso.
- Alerta bermellón qué miedo paso yo también, Alerta bermellón que miedo paso también yo.
- Esto es la guerra.
Continuará...
En el próximo episodio...
Krystle y Alexis Carrington Colby Dexter se enzarzan en la piscina en la mayor pelea de toda la serie, con insultos y tirones de pelo y todo lo que hace subir la audiencia. Fallon es secuestrada por los extraterrestres y este es el comienzo del fin para Los Colby y DINASTIA, los libretos se convierten en textos bizarros, comienzan a ser reiterativos y entran en decadencia. Una lástima, porque algunos de los protagonistas están muy buenos.
En el episodio anterior...
Vaya. Ese episodio fue el más atípico de toda la serie. En todo el capítulo nadie dio un mordisco a un donut, se vieron varias veces los micrófonos en la comisaría y por un fallo de guión (o bien de doblaje) el capitán Furillo en lugar de decir “Vayan por ellos antes de que ellos vayan por ustedes” dijo “Compadre, cómpreme un coco”, con el consiguiente descojone de sus hombres.
...
Flecha estelar indios alapajotes, pero con escafandra, oyes. (Si alguien echa en falta los números, que se compre un cuponcito y se deje de leches).
Diario del cataplín.
Mi nave es arrastrada hacia un apestoso ano de gusano, y no podría soportar que mi querida Fixer_price perdiera su estilizada forma de patinete por una mierda de efecto diarreico estelar (halaaa, el word me acepta diarreico, como m o l a). La doctora Putansky se niega a aclarar el ataque de los carboanionos, y la mitad de mi tripulación, ante tal tribulación, se ha dado a la fornicación sin control. Qué emoción. Se me acaba el tiempo y no se me ocurre.
- Enrikar, ¿aun no se ocurre?
- No puedo, capitán. Me fustigué a medio día tres veces.
- Pues debemos dejarlo para otro momento, si es que habello haylillo.
- Vale, capi, pero me lo apunto.
- Ya apuntará luego. ¿No le he dicho que no hay tiempo?
- ¡Capitán! -gritó Guorff mirando su viceroy- ¡No podemos aguantar por más tiempo el ataque!
- ¡Capitán! -chilló Chuminagüe. - Hemos sido engullidos por esa cosa. Estamos en el recto del gusano.
La pantalla principal se lleno de plastas.
- Capitán -la Toy había puesto los ojos en blanco. - Estoy empatizando con esa cosa.
- ¿Qué nota, consejera?
- Un ocho mismo. No lo hago tan mal.
- No, que qué siente.
- Siento no haber sido una de las que se ha ido a fornicar sin control.
- Que noooo, que qué percibe.
- El salario mínimo, y mire que llevo presentando quejas oficiales todo un año.
- Consejera, eso me suena a un chiste.
- A ver qué le parece éste. Se abre el telón y se ve a dos hermanitos de corta edad jugando en el saloncito de su casa a tirarse un bolso. En estas, el bolso sale por el balcón, y los dos hermanitos corren acongojados y se asoman a ver que ha sido del bolso. Y uno de ellos le pregunta al otro, con gran pesar en la aniñada vocecilla: “¿De quien era el bolso?”
En el puente todos observaban a la Toy súper intrigados.
- ¿Como se llama la película?
- Lo que el viento se llevó fue un bolso.
- No.
- El duende sobre el tío guay.
- Que noooooo.
- El amperio...
- Joder, que poco imaginativos. La película se llama “DE MAMI”.
- ¿Ein?
- La momia. La momia. De mami.
- Pues yo no lo cojo.
- Joder. Si lo sé no lo cuento.
- Consejera. No haga más la chorra -dijo la Polansky, enojada.
- ¿No le ha gustado mi chiste, Putansky?
- Lo que no me gusta es que pretenda hacernos creer que está en contacto mental (o rectal) con el gusano.
- Pues lo estoy.
- Demuéstrelo.
- Capitán, lleve la nave a la posición tres punto suspensivo.
- Alférez Cruje, ya ha oído a la consejera.
- El gusano ha comido una nave Bonovoxiana que le ha sentado mal, cosa extraña dado que los Bonovoxianos están muy buenos. Si sacamos esa nave del estómago gusanil, se habrán acabado nuestros problemas y puede que el gusano nos ponga un piso en Marbella.
- Me conformaría con volver a MamArla.
- Eso se lo puedo facilitar yo, capitán.
- ¡Capitán, hay una nave Bonovoxiana en tres punto suspensivo!
Toy sonrió dejando al aire todas sus betacaries. La cara de la Polansky era un poema.
Blanco en los ojos
La boca abierta
Evidente sonrojo
Doctora... ¡Puerta!
Bueno, era un poema malo.
- Teniente Guorff, prepare el rayo tractor. Vamos a arrastrar la nave Bonovoxiana fuera del perímetro estomaguil del gusano.
- Preparado capitán.
- Y ahora, recemos a Q para que funcione.
- ¡Capitán, se mueve! Posición dos punto. Posición uno punto. Posición. Posici. Po sí. Po. Punto.
- Teniente, ¿qué le pasa en la boca?
En aquel instante el gusano tuvo una arcada y vomitó ambas naves en un plano distinto del espacio tiempo.
- ¿Qué ha sido eso?
- Capitán, los sensores indican que hemos sido desplazados al plusuniverso.
- ¿Ein?
- Estamos más allá del más acá.
- Capitán.
- ¿Sí, señor Rata?
- Hay una disfunción temporal. Aquí el tiempo pasa más aprisa. Puede que cuando volvamos a MamArla no encontremos más que viejos.
- A mí me parece bien. Así ya no seré yo la más vieja del hospital -dijo la Polansky.
- Capitán -lloró el Alférez Cruje. - ¿No volveré a ver a mi mamá?
- La verá, Alférez. Pero supongo que ella a usted no. Teniente Guorff. ¿Se le ocurre alguna idea para sacarnos del entuerto?
Guorff sonrió con un montón de peligrosos y negros dientes y lanzó una mirada a Polansky que venía a decir “Para ser solo un extraterrestre sin imaginación, es curioso como el capitán acude a mí en busca de ideas”. Polansky le devolvió la mirada muy irritada.
- Capitán, podríamos buscar de nuevo la boca del gusano y atravesarlo entero. Estaríamos de regreso, ¿no?
- Teniente, olvida la primera directriz. Tenemos prohibido romperle el culo a ninguna criatura.
Enrikar le mandó una mirada significativa al capitán y Rascard se ruborizó.
Polansky lanzó una mirada a Guorff que decía “Lo que yo decía”.
Guorff estuvo a punto de ladrar.
- Bueno, supongo que tendremos que pasar la noche en el puente. A mí me da miedo ir a mi habitación en un universo paralelo.
- Voy preparando la fogata.
- Yo traigo butifarras y sobrasadas del expendedor de alimentos.
- ¿Vamos a dormir en el suelo?
- No se preocupen, tenemos la cama hinchable rex flom.
- ¡Capitán! -rugió Polansky. -¡No pienso dormir en esa cama! Yo quiero un colchón natura de Lo Mónaco.
- ¡Capitán! Hay un foco desintegrador apuntando justamente al espacio que hay detrás de Chuminagüe. ¡Nos atacan!
De pronto se abrió un boquete de dos metros tras el Alférez Chuminagüe y el espacio lo engulló. El vacio se coló en la nave, y trató de arrastrar a toda la tripulación hacia el boquete.
-¡Por el amor de Q, hagan algo! No quiero morir aquí -gritaba la Polansky, con la falda revoloteando y agarrándose a los pelos de la consejera Toy, que a su vez se agarraba del pie del número uno que a su vez se agarraba a la resbalosa calva del capitán.
Guorff, que llevaba unas botas gravitatorias de la última película, las puso en marcha y caminó por el puente sin peligro de salir volando. Llegó hasta el fregadero. Buscó en el cubo de la basura y recuperó el invento del Alférez Cruje, la bola de moco maleable, súper estirable e irrompible. Hizo una especie de sábana estirando el moco con ayuda de manos y pies y tapó el boquete.
La tripulación cayó al suelo. Algunos tosían.
- Compatadora, nivel del aire.
- Suficiente, capitán.
- Menos mal. Bien hecho, Guorff.
Tanto Guorff, salvador de la nave, como el Alférez Cruje, inventor de aquel moco, se pavonearon delante de la Polansky, que mostró un grado mayúsculo de irritación.
Cuando todos recuperaron la posición vertical, es cuando se percataron de lo ocurrido.
-¡Hijos de puta! ¡Han matado a Chuminagüe!
Continuará...
En el próximo capítulo:
Sapito y el duque consiguen robar un poco de la poción hecha con las goomy-bayas, la princesa acaba de descubrir que los ositos hablan y yo empiezo a flipar porque los capítulos ¡¡son consecutivos!! ¡¡¡Si hay que verlos por orden!!! Y una duda se abre paso por mi mente. ¿No se parece un poco la poción y la fuerza que da a los humanos a la marmita de los comics de Astérix? ¿Eh? ¿Eh?
En el capítulo anterior...
Gaby y Eloísa están teniendo muchos problemas. Los vecinos de Calma están inquietos. Hay algo rondando por las casas, acechando en la noche. Algo que ha entrado por una puerta que no debiera estar abierta...
Ficha estelar me cuento veinte y tiro porque me toca sin pasar por la casilla de salida ni cobrar 25.000 pesetas.
Mi querido diario:
Mi nave patinete se va al garete.
Juro solemnemente que si salimos de ésta.
- Señor Rata, averigüe quien nos ha desintegrado dos metros de nave. Teniente Guorff, prepare torpedos de fotones. Si quieren guerra.
- Capitán, está en modo ahorro de energía. No termina la frases.
- Eso es porque no.
- ¿Lo ve?
- No se a qué se.
- Espere, que tengo un punto de restauración cojonudo. Justo antes de que muriera Chuminagüe.
Hubo un parpadeo y una regresión temporal pasmosa.
- No se preocupen, tenemos la cama hinchable rex flom.
- ¡Capitán! -rugió Polansky. - ¡No pienso dormir en esa cama! Yo quiero un colchón natura de Lo Mónaco.
- ¡Capitán! Hay un foco desintegrador apuntando justamente al espacio que hay detrás de Chuminagüe. ¡Nos atacan!
- Alférez, factor de velocidad punto nueve, rumbo tres cuatro siete (si yo no te la meto, eres tú quien me la metes). ¡En marxa!
El ataque desintegrador vació dos metros de vacío, y Chuminagüe respiró aliviado.
- Capitán, me ha salvado la vida... ¿Qué puedo hacer para devolvérselo?
- Ya se me ocurrirá algo. Venga el viernes a la inauguración de mi local de ambiente en la sala de hologramas y discutimos el tema.
- Capitán, acaba de aparecer una nave en nuestro campo visual. Estaba camuflada. Nos están llamando.
- Abra un canal.
En la pantalla aparecieron dos humanoides de aspecto descuidado pero encantadores. Uno aparentaba treinta años, el otro menos de veinticinco.
- Saludos, capitán Rascard -dijo el mayor. - ¿Como han conseguido esquivar nuestro ataque? Nunca nadie lo había logrado antes.
Rascard hizo un gesto con la mano a la altura del cuello para avisar a Guorff de que no enviara sonido. Luego miró a su tripulación y les dijo:
- La parte de la acción parece que se ha acabado, y ha sido patrocinada por Central Lechera Asturiana. Ah, y... oficiales. Ni una palabra sobre puntos de restauración. Adelante Guorff, ya puede subir el volumen. A ver, simpáticos, primero explíquenme porqué nos atacaban, y si no me gusta la explicación, les mandaré un regalito -dijo, mirando de refilón a la Polansky.
Curiosamente, la Polansky observaba con verdadero deleite a los dos desconocidos.
Habló el más joven.
- Somos habitantes del planeta Lupez-Jonior. Nos dedicamos a la informática y tratamos a diario con máquinas. Por lo que hemos visto su nave tiene lo último, lo más de lo más, en cuanto a puntos de restauración. Enhorabuena. Pero con eso no van a escapar de nuestra experta evaluación. Vamos a hacerle un pequeño test a su navo, capitán.
- ¿Perdón?
- A su nave. Ha habido un pequeño lapsus comunicacional.
- Ya, ya. A ver si les desintegro yo su nave por errores gramaticales.
- Eso no sería justo, Capitán. Usted se dedica a viajar. Nosotros hacemos esto. Es nuestro trabajo. Pero basta de palabrería. Conéctenos con su compatadora. Le formularemos una sola pregunta. Si la supera se salvarán todos. En caso contrario, cágate en la perra.
- Adelante, pregunten lo que gusten. Mi Compa es de última generación.
- ¡Atención, pregunta! Compatadora... ¿Cual es el gerundio de Analizar?
Rascard palideció. Precisamente ese era el talón de Aquiles de su Compa.
Pero de pronto la compatadora enunció, fuerte y claro:
- Analizando.
Los Lupez-Joniors se quedaron muy contritos.
- Vaya, no habrá juerga.
- Yas ta. ¡Analizado! -chilló la Compatadora.
Las risotadas de los Lupez llenaron el espacio y la nave estelar Fixer-Price saltó por los aires.
..............................................
Bueno. Esto es solo un final. Porque en otro universo paralelo del plus universo, en el más acá del más allá...
...............................................
- Conéctenos con su compatadora. Le formularemos una sola pregunta. Si la supera se salvarán todos. En caso contrario, cágate en la perra.
- Lo siento mucho pero la compatadora tiene prohibido hablar con desconocidos.
- En ese caso, preguntaremos al androide que lleva en la nave, Capitán. ¡Atención, pregunta! Señor Rata. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
- Negativo. Los androides soñamos con tías macizas si somos heterosexuales y con tiarros de escándalo si somos homosexuales.
- Ya te vale, mira que hacerle esa pregunta, con la de problemas Frosquiles que se me ocurren a mí.
- ¿Se le ocurren? -participó Enrikar. -Pues yo mira que lo intento pero no consigo ocurrirme.
- ¿Ha probado con aceite de oliva?
- Capitán, mi joven aprendiz ha formulado una pregunta retórica. ¿Podemos repetir?
- Naranjas de la china.
- Está bien. Pueden marcharse. Si quieren llegar a casa pronto, cojan la vía de cintura este, y sigan to palante hasta la salida de Alcampo.
- Gracias. Estos informáticos... en el fondo son buenas personas. Alférez, ponga rumbo a casita. Nos vamos. Y usted, Polansky, ¿por qué miraba a nuestros enemigos ofimáticos con tanto aprecio?
- El planeta Lupez-Jonior está lleno de sabios despistados. Adoro a esa gente. Si no me gustara tanto MamArla, viviría con ellos. Son super encantadores y te tratan como una reina. Son una pasada.
- Ejem. Doctora. Quizá usted no lo sepa... Pero...
- ¿Sí?
- En ese planeta solo hay hombres.
- ¿Ah sí?
- Y se relacionan entre ellos. Esos dos humanoides despreocupados ya están pegando un poin. Mire, mire. Aun están en pantalla.
- Ains. Parece divertido.
- Yo sé de alguien que hace un par de capítulos me ponía de cerdo para arriba por darle gusto a mi primer oficial...
- Supongo que me equivoqué, Capitán.
- Capitán, no nos han engañado sobre la dirección. Hemos vuelto a MamArla.
- Capitán, según nuestro relojito de Érase una vez la vida, en este sector del espacio han pasado dos años exactos.
- Dos años... precisamente el tiempo que la doctora Cruje pidió de vacaciones. Al final no hemos tenido que soportarla más que lo imprescindible, Putansky. Hala, a MamArla.
- Capitán, no puedo irme de su nave sin darle la oportunidad al señor Rata de rebatir mi teoría sobre su falta de sentimientos. Todos han tenido la oportunidad de demostrar que estaba equivocada. Rata, ¿ha sentido algo durante este viaje?
- Los circuitos integrados en mi cerebro positrónico han percibido un principio de asco hacia su persona, doctora, pero es tan leve que no es significativo. Sigo sin sentir, pero he descubierto desde que la conozco que ya no ansío tanto ser humano.
- Un momento, un momento -dijo LaFord. - Yo no he podido demostrar que la Putansky estaba equivocada. Me toca.
Con gran elegancia se sacó un vergajo de treinta que penduleó en morcillona verticalidad.
El Capitán se quedó con la boca abierta.
- Número uno... ¿Ha visto eso? Sospecho que acabo de mancharme el uniforme.
- Perdone señor, he sido yo. Se me ha ido un poco de baba.
- Tiene que conseguir que Jordi LaFord nos haga de go-gó en “La verga, la mari” o lo que fuera.
- Pedazo coca-cola.
- Ejem... Jordi, guárdese eso. Que hay menores.
- ¿Menores dice? -preguntó Enrikar, aun fascinado. - ¡Todas en la nave son menores que esa!
- ¿Las ha visto todas, número uno?
- Y catado. A ver que se cree que hago yo en mi tiempo libre... ¿Tocar el saxo?
- Doctora Putansky, ¿y ese cacho de trozo de tranca les pareció pequeña a sus enfermeras y a usted?
- Eso no es nada comparado a lo que gastan los hombres de MamArla. A ver por qué piensa si no que el planeta tenga un nombre tan ridículo.
- Compatadora, trasporte a la Doctora Cruje a la nave.
La imagen de la doctora rieló en el puente y al instante el sillón del capitán se llenó de pis.
- ¡Capitán! Después de dos años sin vernos y me tiene que transportar cuando estoy meando.
- Alférez Gusiluz, limpie eso. Doctora Cruje, ¿qué tal su estancia en el planeta?
- Muy excitante, capitán. Pero he acabado hartita de MamArla.
- Bien. Compatadora, la Doctora Cruje se queda al mando de la nave. Transpórtenos a todos al planeta. Nos vamos de pingoneo.
- Capitán, ¿qué hago con la Putansky?
- Puede entregársela a los carboanionos. Hemos recibido a través de un comentario una acertada propuesta para el destino de Putansky. Los carboanionos sabrán que hacer con ella.
El trasportador se llevó a la tripulación a MamArla, pero cuando convirtió a la Polansky en moléculas rielantes y las mandó a la nave carboaniana, los átomos de la Doctora quedaron convertidos en minúsculas pelotas de goma.
Finikitín.
Autor: deank
No hay comentarios:
Publicar un comentario